A los 18 años, en unas prácticas en un comedor, Dani mostró de su habilidad innata para conectar con los niños. Los responsables de la institución no tardaron en proponerle que se formara como entrenador. Así comenzó su viaje en los banquillos.
Para él, el esfuerzo y el talento deben ser recompensados. Esta filosofía guía su enfoque al entrenar a jóvenes jugadores. No importa la edad o el nivel, busca fomentar un ambiente donde el trabajo duro y la dedicación sean reconocidos.
Hha experimentado las diferencias entre cada categoría. Los pequeños son más receptivos y creen rápidamente en las enseñanzas, mientras que los seniors requieren más persuasión y estrategia.
El juego colectivo comienza a emerger en las categorías infantiles y cadetes. A medida que los jugadores adquieren habilidades tácticas, aparecen situaciones de 2c2 y 3c3. Sin embargo, Dani no olvida la importancia de las bases sólidas. Los jóvenes altos deben experimentar todas las posiciones, ya que el futuro es incierto y el crecimiento no siempre está garantizado.
Es exigente en cuanto a las normas deportivas. Puntualidad, respeto y disciplina son fundamentales en su enfoque. Además, valora la sinceridad de los niños. No hay secretos en el mundo del baloncesto, y esa honestidad es esencial para el desarrollo de los jugadores.
En la actualidad, a menudo se pierden los espacios donde los niños simplemente pueden jugar. Aboga por encontrar un equilibrio entre la formación y la diversión. El baloncesto debe ser una experiencia enriquecedora y lúdica para los jóvenes.
También observa cómo los roles tradicionales están cambiando. Cada vez hay menos bases puros, y los jugadores deben ser versátiles en todas las posiciones. La adaptabilidad y la pasión por el juego son claves para el éxito en el baloncesto moderno.
Hoy con todos nosotros, Dani.
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